lunes, 16 de agosto de 2010

¿Te hago té?




La situación no era de las mejores: estaba en medio de una bronquitis (nunca había tenido una y es bastante molesta). Tenía tos y la garganta cerrada y rasposa. Además me dolía la espalda y los ojos me picaban. Mi humor dejaba bastante que desear y el señor que me corteja había venido a acompañarme y pasar la tarde. Pusimos una película de esas románticas que a mí me gustan, fáciles y amables de ver ya que todo es lindo y transcurre aceitadito y sin problemas. Admito que tuvimos que parar la peli tres o cuatro veces para que yo tosiera, me quejara, protestara, etc. pero cuando terminó ya me sentía mejor y con el alma contenta porque la chica se quedaba con el muchacho. Me levanté para hacer una escala técnica y pasar por la cocina, no sin antes preguntarle:

- ¿Te hago té?

El me puso una mirada comprensiva y me dijo:

- No ME AGOTASTE, estás enferma y hay que tenerte paciencia.

Me hizo reír. Nunca se me hubiera ocurrido preguntar si lo había agotado con mis toses, protestas, carrasperas y mocos. Después de todo, cuando una se enferma hay que cuidarnos y tenernos paciencia. Ahora cuando ya nos sanamos y todo vuelve a la normalidad, muchas veces seguimos siendo agotadoras, aunque esta vez sin la inmunidad de los enfermos.

Estamos curadas, pero somos agotadoras cuando…

- él está tranquilo mirando la tele o divagando, pero nos parece que tiene cara de traste. Y le empezamos a preguntar si le pasa algo, si va a estar así toda la noche, que no sabemos para qué lo esperamos todo el día para encontrarnos con esa momia. Finalmente logramos darle una razón de ser a esa cara de traste, y el flaco que hasta entonces estaba pensando en los pajaritos y divagando vaya a saber qué, ¡ahora está enojado y tiene las tarlipes llenas porque lo volvimos loco con el interrogatorio!

- nosotras estamos caracúlicas durante toda la cena. Cuando él nos pregunta algo le contestamos con monosílabos. A los quince minutos explotamos y le recordamos que estábamos peleados, porque el martes de la semana anterior él nos había contestado mal delante de su madre. No sé cómo hacen para tener esa memoria tan frágil, una pelea de hace una semana, sigue siendo motivo de hostilidad. ¡Esas cosas no se olvidan!

- él llega de trabajar y nosotras lo estamos esperando con el Noticiero Doméstico. El tiene hambre, ganas de desensillar y quedarse un rato tranquilo, cambiarse y entrar despacito en la comodidad de su casa. La Reporter de la Noche le cuenta el parte a toda velocidad: lo que pasó con los chicos en el colegio, la pelea que tuvo con la vecina, el problema con el pago de la boleta del gas y la taradez que se mandó la mucama mientras planchaba las camisas. A él le zumban los oídos y tiene ganas de meter la cabeza debajo de la almohada

- se acerca nuestro cumpleaños o el día de la madre y nos manda a los chicos para averiguar qué queremos. Nosotras empezamos con el “no sé / que sea sorpresa / lo que a ustedes les parezca / algo que les guste, etc.”. Cuando aparecen con la bolsa decimos “qué lindo”…y al día siguiente lo vamos a cambiar. Encima nos enojamos porque era un talle más grande y nos trataron de gorda.

- Salimos a comer con dos parejas amigas, todos nos reímos y charlamos amigablemente y cuando volvemos en el auto empezamos a descuartizar minuciosamente a todos. El dice que no le gusta hablar de los demás, que dejemos que cada uno sea como quiere o como puede. Nosotras le damos a la matraca de nuevo durante todo el camino de regreso, pero organizamos una cena con la misma gente para el fin de semana.

Por todas estas cosas, a veces ellos merecen que les hagamos un té. De tilo.


(Al ratito de escribir este post, me llegò un mail que tiene mucho que ver con el tema que nos ocupa. Me sirviò de ayuda para sentir que no estoy tan equivocada. Y si no vean ustdes mismos en: www.humordeprimera.com/tag/el-club-de-los-huevos-rotos/ )

-